- Robamos una docena de huevos.
- Compramos la voluntad de 50 delegados.
- Los delegados baten los huevos.
- Se calienta el aceite del poder y se fríen los huevos batidos en un buen congreso.
- ¡Eh, voila!. Ya tenemos Secretario General.
Para hacer esta tortilla los tripulantes radikales nos hemos trasladado hasta Nueva York con la intención de mantener la equidad gastronomica suficiente y no acabar devorando algun conselleiro que son de pesada digestión y contienen sustancias cancerigenas.
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